Problemas de comportamiento
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El retraso psicomotor no es una enfermedad o trastorno en sí mismo, sino la manifestación clínica de patologías del sistema nervioso central debidas a trastornos genéticos y factores ambientales, con especial incidencia en el desarrollo psicomotor del niño. El término DPM se utilizó para definir el progreso del niño en diferentes áreas (lenguaje, motor, manipulativo, social …) durante los primeros 24-36 meses; tenemos que definir, por tanto, el RPM como la adquisición lenta o anormal de los primeros hitos del desarrollo.
Para la tipificación del retraso psicomotor, previamente debemos conocer el desarrollo psicomotor normal. En general: todo niño que al año y medio de edad no dice ninguna palabra y / o no camina debe ser remitido al neuropediatra para descartar que exista algún problema serio (lo que no sucede en la mayoría de casos, por lo que no se debe alarmar a la familia).
La detección de un problema de desarrollo debe ser precoz y corresponde en primera instancia a los padres, también al personal de guarderías y colegios y los pediatras de Atención Primaria. Se debe determinar si se trata de un niño de riesgo biológico, y si existe un trastorno del desarrollo o un problema neurológico.
Se plantean tres opciones:
- Normalidad o probable retraso madurativo; posibilidad de hipoestimulació.
- Retraso psicomotor patológico, que puede ser global o de áreas concretas: motor, cognitivo, social o aislado del lenguaje.
- Dudoso. En algunos casos la evolución en sucesivas consultas permite aclarar la cuestión.
El diagnóstico se orienta, y con frecuencia se establece de manera exclusiva, mediante la historia clínica y exploración. Se valoran los antecedentes familiares, obstétricos y perinatales, el desarrollo psicomotor, el examen físico, y el contacto social y comportamiento del niño. El análisis de estos datos orienta la realización de los exámenes complementarios, en los casos en los que estos son necesarios. Hay que señalar que la mayor parte de los datos obtenidos de la anamnesis y la exploración y de la mayor parte de los exámenes complementarios están sujetos a su adecuada interpretación, y por tanto dependen en última instancia de la pericia del clínico responsable. Con frecuencia suele la evolución permite precisar el diagnóstico.